Relaciones de papel

 

El amor ha cambiado. O quizá no, quizá solo ha perdido peso, como una estrella que va extinguiéndose poco a poco, reducida a una luz pálida que aún brilla, pero sin la misma intensidad.  


La monogamia, ese concepto antaño defendido con fervor, Las relaciones de hoy son frágiles, construidas sobre cimientos de arena, esperando el primer viento para derrumbarse. Son relaciones de papel, escritas con promesas efímeras y sentimientos de tinta diluida, destinadas a rasgarse en cualquier momento, sin resistencia, sin lucha. Amor de nombres que cambian con la velocidad de un mensaje nuevo, de caricias que no buscan profundidad, solo ocupar el vacío del instante. ¿Cuántas veces se ha dicho "te amo" sin intención de sostenerlo en el tiempo? ¿Cuántas veces se ha dado un beso con la certeza de que pronto vendrá otro, con otra persona?  


Ser soltero debería ser un acto de autodescubrimiento, un período en el que uno se encuentra, se comprende, se afianza. Pero en estos tiempos, la soltería se ve como una pausa entre nombres, como una espera hasta el siguiente vínculo efímero. Nadie quiere estar solo porque la soledad pesa, porque mirar hacia adentro es más difícil que distraerse con alguien nuevo.  


Y cuando alguien intenta darle significado al amor, cuando se resiste a la inercia de coleccionar besos sin raíces, la sociedad lo mira con extrañeza. Hablar de amor es casi un acto de ingenuidad, como si aspirar a algo más profundo fuera un delirio de otro siglo. ¿Quién quiere aferrarse a una sola persona cuando hay tantas opciones al alcance de un mensaje?  


Pero entonces llega la contradicción, la hipocresía latente en tantas relaciones. ¿Cómo pueden aquellos que temen la traición convertirse en los mismos que la provocan? Temen el engaño, el abandono, la mentira, y sin embargo, en un beso, rompen la fidelidad que dicen defender. Porque al parecer, si lo hacen ellos, no está mal; si su pareja no les dio la seguridad que esperaban, es razón suficiente para buscar consuelo en otros brazos en lugar de intentar reparar lo que se fracturó. ¿Entonces por qué querían una relación? ¿Por qué juraron amor, si la lucha por sostenerlo nunca fue una opción real?  


Las relaciones de papel nos rodean, frágiles, inmediatas, listas para romperse con la mínima presión. El amor que alguna vez fue piedra es ahora hoja suelta, flotando en la corriente, perdiendo el peso que lo hacía real. Y tal vez, en medio de esta ligereza, aún haya quienes busquen algo más, quienes resistan el vacío disfrazado de conexión, quienes aún crean que el amor no está hecho para ser descartable.  


En medio de esta fugacidad, en este mundo donde el amor parece cada vez más ligero, persiste un anhelo diferente. Un deseo que no se amolda a la velocidad de los días, ni a la lógica del desapego. No me importa si me llaman de mente cerrada, si creen que es anticuado querer solo a una persona, si piensan que amar con devoción es aburrido. Para mí, el amor no es una acumulación de nombres, ni una colección de recuerdos compartidos con demasiados rostros.  


Quiero amar solo una vez. Amar profundamente, con toda mi esencia, con todo lo que soy y lo que seré. Entregarme con sinceridad, con fidelidad, con la certeza de que no necesito probar otros caminos porque este será el único que quiero recorrer. No por miedo, no por costumbre, sino porque elegir a una persona significa construir con ella algo que valga la pena sostener.  


Por eso atesoraré mis años de soltería. No los viviré con prisa, ni con la presión de encontrar a alguien rápido. Los aprovecharé para descubrir quién soy, qué puedo ofrecer, qué quiero recibir. No me perderé en relaciones vacías solo para evitar estar sola. Prefiero esperar, prefiero conocerme, prefiero tomarme el tiempo necesario para encontrar a quien será mi único amor.  


Porque cuando lo encuentre, no será una elección impulsiva, ni un capricho pasajero. Será una promesa real, una entrega recíproca, una historia que no dependerá de la fragilidad del papel, sino de la fuerza de lo que dos almas pueden construir juntas. 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Luciernaga

Hay una batalla que se libra en el alma de quien ama sin ser correspondido. No es un combate de valentía ni de sacrificio, porque en el amor...