Odio las flores

He visto ramos colgando de manos ajenas,  y he sentido el aroma dulce de pétalos recién cortados. He observado cómo otros reciben el gesto, el destello en sus ojos cuando alguien, sin ser preguntado, ha decidido que merecen ese pequeño lujo.


Y, sin embargo, yo nunca he sostenido un ramo entre mis dedos.


No porque no lo desee. Me he mentido tantas veces diciéndome que no me importan, que el gesto es frágil, pasajero, innecesario. Que no quiero que nadie gaste en mí, que los pétalos caen, que las flores mueren. Pero en el fondo sé que no es cierto. No odio el gesto, solo temo el vacío de nunca haberlo recibido.


Hay algo profundamente humano en un ramo de flores. No es solo el objeto, ni siquiera el acto de entrega. Es lo que representa: pensar en alguien más allá de lo cotidiano, detenerse un instante y decidir que esa persona merece un detalle que no es útil, ni práctico, pero sí hermoso. Es el reconocimiento silencioso de un cariño, un afecto, un amor que no busca grandes discursos ni sacrificios, solo una pequeña belleza fugaz.


Y no quiero pedirlo. No quiero que alguien me regale flores porque se lo reclamé, porque las nombré en voz alta y el deber se volvió mayor que el deseo. Quisiera que alguien, por voluntad propia, pensara en mí frente a un ramo y creyera que su belleza me corresponde. Que sintiera, sin presión alguna, que un detalle tan efímero pero tan hermoso podría hacerme feliz.  


Porque no son baratas. Porque no se regalan sin pensar. Porque quien las compra sabe que está dedicando más que dinero: tiempo, intención, afecto.  


Y, sin embargo, aquí estoy, convenciéndome de que no me importan, de que no necesito flores, de que no las quiero, como si en esa mentira pudiera ocultar el miedo de que, tal vez, jamás alguien vea en mí la promesa de un ramo.  


Pero entonces me descubro imaginándolo, sin querer, sin poder evitarlo. La sensación de recibirlas sin esperarlas, la sorpresa de un gesto sincero, la certeza de que alguien, al menos por un instante, pensó que merecía algo hermoso.  


Y en alguna parte de mí sigue la pregunta: ¿algún día alguien creerá que merezco el gesto? 


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Bts the truth untold

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